Cultura Sofista
sábado, 29 de marzo de 2008
No es necesario convencerse para ser feliz
Un sonido protagonista de mi molestia no quiere dejar la escena, la misma en que una majestuosa y enorme figura negra salta, rozando apenas la reja de igual color para sentarse en el pasto y comenzar a lamerse. Ella, ya agotada su paciencia hacia las convenciones tras una centena de generaciones que han nacido y muerto frente a su longeva calidad de ser humano, se acerca a la reja y la cierra, sigilosa y maliciosamente. Cuando ya logra su plan, le echa llave y se burla de él. "Ja, ja", le dice auténticamemente. Nadie la ve, nadie la oye. Ella le habla al gato, quien continúa lamiéndose, omitiendola. A ella, que le pertenece.
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