Y así de repente me entristecí.
Se me acabó la sonrisa y me pesan las comisuras... incomisurablemente.
No me interesa el sueño, no me interesa el hambre. Es que no tengo sueño, ni tampoco hambre.
Lo que tengo se llama rabia y eso no sacia el hambre, no sacia el sueño, ni si quiera aquellos que no existen.
No sacia nada, sino ensucia todo.
Es socia del daño, del miedo y la amargura.
Y se sana en el baño, con hielo y armadura.
Cultura Sofista
martes, 20 de marzo de 2012
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1 comentario:
Estuve leyendo esta prosa poema sentado en Melbourne ... Me gusta tu estilo. Me recuerda cuando mas lejos y nostalgia , escribia... Gracias
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