Cultura Sofista
sábado, 26 de febrero de 2011
Animoácido
¿CUÁNTO hemos aprendido, ya, de la vida celular? La vida del que sin ganas de atender a lo visible, se avoca a lo invisible. Teniendo una familia y amigos enfrente, prefiere el diálogo sostenido con sistemas automatizados de oferta comercial, el aporte decimal a una discusión aperenne, la lectura silenciosa de palabras que no irán a ninguna parte, por lo que pueden esperar. No siempre lo esencial es invisible a los ojos, quizás sí a los cojos, pero aquellos que perdieron un ventículo, no un artículo... activo, una articulación.
Así perdemos la capacidad de conocernos, de recordarnos, de vivir de corrido, de percibir los detalles que luego los libros de historia no son capaces de explicar, de sentir el afecto dedicado y personal que no se compra ni se aprende, de esperar, de esperar y de esperar.
No es aquél un servidor de la humanidad, es hoy la humanidad que lo posee la que está al servicio de él. Y se burla de nosotros por ello, el muy insensible.
Claro, también es capaz de demostrar cariño. Entel, nos preguntamos si es él realmente el problema o le echamos la culpa para sentirnos más humanos.
Sólo nos queda esperar que pase de moda, esperar que sea solo una moda y esperar que seamos aún humanos para entonces. Esperar la espera, esperar la espectativa y esperar la esperanza. Sin desesperar.
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2 comentarios:
Acá no tengo, y acá también soy malo...
Sabes que no.
Este es un problema global, no particular. A eso hacer referencia.
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