jueves, 9 de diciembre de 2010

Una paja en un pajar


¿Hay algo más difícil de encontrar que una aguja en un pajar?
-Una paja en un pajar.

Por muy similares al ojo humano que se vean, no hay una paja idéntica a otra, así como no hay una vaca idéntica a otra o una hoja. La distinción consiste en el interés y cercanía que el observador tenga con el objeto.

Y la dificultad no es encontrar una paja cualquiera en un pajar, claro está, se trata una específica la que, propongamos, tiene un hechizo debido al que el que la encuentra tendrá la facultad para adquirir una habilidad humana a su elección, para no entrar en el burdel de la fantasía.
¿No preferiríase que el hechizo estuviese en la aguja que acabamos de encontrar dentro del pajar?

Se cuenta la historia de que Doris, luego de haber capturado por casualidad dos agujas de dos distintos pajares había llegado a notar que más que su diferente apariencia del resto del pajar, nada de especial tenían éstas, siendo ordinarias en su escencia. En ese mismo tiempo escuchó hablar del mito precedente y con una perseverancia propia de un gusano de seda comenzó la búsqueda. Una tarde se dirigió al vigésimo séptimo pajar de la región en la búsqueda de aquélla, la única. Una a una las iba separando, tocándolas con ciudado pues sabía que la indicada tendría que tener al tacto una cualidad especial. Luego de tres horas de trabajo ininterrumpido fuera de los sobresaltos que le significaron los pinchazos de un par de agujas encontradas, la sintió y exclamó emocionada: -¡Qué paja!.
Vivieron felices hasta el final de los tiempos.

Hay quienes cuentan que Doris nunca encontró la paja mágica, sino que sin darse cuenta escogió una al azar y a pesar de parecer una paja cualquiera entre todas las otras, terminó por desarrollar tal vínculo con ella, la que -sin importar si por el afecto que le tenía o las cualidades propias de la misma-, parecía ser la más grandiosa paja del mundo.

1 comentario:

Farrokh dijo...

qué paja en el ojo ajeno...