-Eran sólo siete.
-¡No!. Te digo que eran ocho. Las conté yo misma, y nunca pierdo la cuenta cuando se trata de las compras del mes.
A estas alturas a la Sra. Alfaro le preocupaba mucho menos el bienestar de las 7 ridículas frutas que permanecían evidentemente inmóviles sobre el mesón de su cocina, que el del único ejemplar que creía haber perdido. Ya no se trataba de satisfacer necesidades, ni de la preparación del clásico pie halagado incluso por el propio famélico jovencito que osaba autodenominarse el novio de su única hija, Pía, al que no había logrado encantar con ninguna de las recetas que, prolijamente, había acumulado en un roñoso archivador desde que tenía 12 años. Se trataba del honor de su memoria, la que luego de 20 años de trabajo remunerado donde los Ambusto y de otros 25 de trabajo voluntario donde los Alfaro-, era uno de los pocos atributos que le iban quedando.
Por su lado, el Sr. Alfaro tenía una sola cosa muy clara: Tenía hambre. Y si el pastel podía lograrse tan bien con 7 como con 8, entonces habría de convencer a su esposa que ella misma había contado 7 en el mercado y no ocho, sentencia que parecía haberse transformado en su ideología de vida.
No obstante, antes de haber construido el argumento oficial para lograr su propósito, se levanta ella bruscamente luego de haber estado urgando bajo el mueble ancestral en el que se guardaba de todo, y cae -tal cual si hubiese sido dado a luz-, desde las oscuridades más profundas bajo de su falda, un fruto verdoso, que rueda simpáticamentepor por el suelo, burlándose de la infundada desesperación de aquella grave ama de casa.
-¡Te dije que eran ocho!- grita triunfalmente a su marido, apuntándolo con un dedo rabioso que bien pudo haberse encarnado en el incapaz y desacreditado cuerpo del pobre señor Alfaro, a quien el hambre no le permitía decidir si debía defenderse o reírse.
- Ahora anda a decirle a tu hija que se levante, porque el postre estará listo en pocos minutos.
En otras, muy distintas, palabras, el Sr. Alfaro informa:
-Pía, a pear appeared.
Cultura Sofista
jueves, 31 de enero de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario