Cultura Sofista
lunes, 1 de enero de 2024
Eva deja de ser costilla
Me gusta mirar cuando llueve y adentro está calientito; cuando hay boche y nadie me ve mirar por la ventana; cuando hay penumbra y no estoy expuesto a tanta incertidumbre.
Se mira, pero no se toca. Se mira, pero no se explora. Porque si uno sale, te puedes quedar afuera. Expuesto al frío, al riesgo y al miedo.
Para otros, en cambio, la vida es afuera, aunque más que sueños buscan ruido. Son visita permanente de temores ajenos, de distracciones, estímulos y escapismo. Son eternos fugitivos de su caja, del calor, del apego y del confort. Es mejor el frío, el boche y la penumbra. Ahí no se sienten las escaras, no se escuchan los latidos ni se distinguen las cicatrices.
Pero hay eventos que nos pegan como bombas y sin escatimar en deseos, preferencias o elecciones nos dejan expuestos. En el frío, en el riesgo, en el miedo. Sin caja, sin duda, sin nada.
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