Cultura Sofista
domingo, 6 de noviembre de 2011
Ficcionario
A VECES me aburro de lo evidente, de los hechos, de los supuestos. Me aburro de eso que hemos naturalizado luego de un proceso de años de acostumbramiento de lo que nos rodea y que tan cómodos nos debería hacer sentir. Lo que llamamos lo sabido, el famoso conocimiento y los conceptos íconos responsables del hastío abrumador, desolador y asfixiante: verdad y realidad.
Están ustedes, los que sueñan con ellos y defienden a la ciencia como la herramienta de la libertad. No puedo sino discrepar, cuando cada día más me convenzo que por esa vía no se puede volar. Lo observable es hermoso y deslumbrante al punto de superar a la propia fantasía y, mientras más me sorprende la naturaleza, más me sorprende la hablilidad que tienen y han tenido ustedes, que, abusando de su método científico, confunden el entender e interpretar con el definir y limitar.
Por eso me gustan -es más, me apasionan- las letras por sí solas y el lenguaje. El gusto de aprender algo que nadie pretende ponerle límites. Con palabras e idiomas se inventa, se crea y, definitivamente, se vuela. No se trata de lo que nos cuenta una narración o lo que nos narra un cuento; es toda una elección de vida, una forma de ver pasar los años sin creerse más importante que el infinito, pero siendo, al mismo tiempo, muy parte de él.
No es la ciencia la culpable, sino esta noción generalizada de que necesitamos estabilidad y certezas, ¿fundadas en miedo? ¿disfrazadas de costumbres? No. Son producto de la frustración de la creatividad, de la democracia antropocentrista, cuyo buen reflejo hoy lo vemos en la falsa literatura: la religión.
Todo y todos somos, al fin y al cabo, nada más que una ficción, desde el punto de vista de algún otro, o de este y aquel mecanismo de observación. Distintos, variados pero, inequívocamente, indefinibles. Así construyo, quizás, la fuente de mi aporte al conocimiento compartido, de mis definiciones. Escribo mi propia biblia, mi ficcionario.
En otras palabras, jamás dejaremos de ser eterna e inevitablemente ignorantes, y quien crea lo contrario, nunca se permitirá volar, es decir, aportar, es decir, vivir, es decir, querer.
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1 comentario:
Notable! Creo que nunca dejaré de admirar tu capacidad de poner en palabras lo que tengo en mi cabeza... y de poner en mi cabeza lo aún no tengo y que ya está en tus palabras.
Siempre será un desafío a la razón, la lógica, los supuestos y la imaginación leer tus posteos. Para mí, siempre gratos y emocionantes.
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