Cultura Sofista
sábado, 9 de abril de 2011
Damas y caballeros
MIRAS a tu alrededor y te das cuenta que no estás solo, sin embargo, nadie puede ayudarte. Es así, son las reglas del juego y no se supone que deba ser de otro modo.
¿Falta creatividad? Piensas que sí ¿Será que siempre existirá una posibilidad favorable? Y te quedas esperando a que llegue. Y mueres arrollado por una dama no tan dama, quien salvaba su propio pellejo de un caballero no tan caballero.
Parece no importarte, pues a los pocos minutos nuevamente estás esperando tu oportunidad con el coraje y el corazón de león que sólo alguien como tú, y jamás ninguna dama ni caballero ni torre ni alfil ni mucho menos un rey, podría tener.
Hasta que llegó el día en que, quizás a causa del descuido, de la inexperiencia o de la propia astucia y osadía, lo miraste de frente y, sin importar lo grandioso que se viera ni lo ínfimo que te vieras, tuvo que dejarse caer, rendido a tus pies.
No ganaste mucho, desde entonces sigues siendo arrollado por quien sea que se te cruce en el camino, aún así, hoy sabes de lo que eres capaz y el recuerdo y la seguridad no se los roba ni el abusador más vil de la comarca.
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