Aún así, la inclinación a creer en la validez de una búsqueda de la verdad no es un evento obsoleto. Muy por el contrario, estadísticas internas estrictamente descartistas podrían asegurar que la totalidad de los existentes se encuentran en este tipo de aventura mental.
En este contexto, recordamos la narración humana que cuenta las astutas medidas tomadas por los gurúes que no deseaban despertar del " mágico sueño", es decir, de las vueltas de la vida.
Según sus mismas creencias, la Verdad despertaba a aquellos que lograban, bajo algún grado de certeza, la convicción lógica -sobre la base del argumento- de algo verdadero. Y, a pesar de que su tradición los obligaba a seguir aquel camino, la mayoría de ellos temía tanto a ser despertado como cualquier mortal. Por esto, se esmeraban en cumplir de tal modo su labor que la Verdad nunca se enteraría que se acercaban a algo correcto. A penas sentían que la lógica acompañaba sus pasos hacia alguna sentencia asertada, desviaban su rumbo hacia las más extrañas de las ficciones, más conocidas como ciencias.
Mas, la verdad es inquisidora, y si bien la curiosidad puede engañarnos y hacernos creer que no queremos vivir en la irrealidad, el amor por lo observado puede, a su vez, convencernos de que si esto no es real, entonces lo real no puede ser interesante.
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