Ese día no llegó, y comprendió al que espera. Al día siguiente llegó, y compadeció a quien espera.
Cultura Sofista
lunes, 18 de febrero de 2008
domingo, 17 de febrero de 2008
Recuerdo Aquel Evento
perfecto, ta.(Del lat. perfectus).
1. adj. Que tiene el mayor grado posible de bondad o excelencia en su línea.
2. adj. Que posee el grado máximo de una determinada cualidad o defecto. Jesús es un perfecto caballero.
3. adj. Der. De plena eficacia jurídica.
En los años en que se corría bajo el sol de las once entre las blancas sábanas tendidas, evitando los rosales que rompían las débiles medias de lycra, lo perfecto era deseable por sentido común, por el sentido cultural del concepto, porque la simpleza lo permitía. Mas luego llegó la duda y la discrepancia: lo perfecto fue indeseable por inalcanzable pues perdíase ahí la esencia del problema; por el amor al defecto y a sus hijos, la discusión y el desafío. La bondad y la excelencia no agradan porque existen, sino porque llegan.
sábado, 9 de febrero de 2008
Inconclusiones: Exageraciones
Nunca había visto algo igual. ¿O sí?.
Qué agradable y liberador me era exagerar irracional e improvisadamente, pero así me sentía: Era lo mejor logrado por los confabuladores.
Y bueno, estaba claro, eran los confabuladores sin duda alguna. Cómo, sino, habrían de saber que debe verse exactamente como luce, increíblemente atractivo con una precisa indiferencia incierta. Y que no se trata de cualquier indiferencia. Un poco menor y se perdería el encanto, un poco mayor y la frustración terminaría aniquilando el encanto. No podía sino estar controlado por ellos.
Estos seres que saben, experimentan. Quizás, no. Quizás son quienes... O quizás no son quienes.
jueves, 7 de febrero de 2008
Francamente fingí como gurú
Historias de por aquí, de por allá, de más allá y de más acá, hacen -de vez en cuando y de cuando en vez- que el suelo amigo que nos sostiene en vida, sobre el pilar de la convicción y el de la proyección, tienda a desvanecerse, endeudándonos con nuestros compromisos. Endudándonos.
Aún así, la inclinación a creer en la validez de una búsqueda de la verdad no es un evento obsoleto. Muy por el contrario, estadísticas internas estrictamente descartistas podrían asegurar que la totalidad de los existentes se encuentran en este tipo de aventura mental.
En este contexto, recordamos la narración humana que cuenta las astutas medidas tomadas por los gurúes que no deseaban despertar del " mágico sueño", es decir, de las vueltas de la vida.
Según sus mismas creencias, la Verdad despertaba a aquellos que lograban, bajo algún grado de certeza, la convicción lógica -sobre la base del argumento- de algo verdadero. Y, a pesar de que su tradición los obligaba a seguir aquel camino, la mayoría de ellos temía tanto a ser despertado como cualquier mortal. Por esto, se esmeraban en cumplir de tal modo su labor que la Verdad nunca se enteraría que se acercaban a algo correcto. A penas sentían que la lógica acompañaba sus pasos hacia alguna sentencia asertada, desviaban su rumbo hacia las más extrañas de las ficciones, más conocidas como ciencias.
Mas, la verdad es inquisidora, y si bien la curiosidad puede engañarnos y hacernos creer que no queremos vivir en la irrealidad, el amor por lo observado puede, a su vez, convencernos de que si esto no es real, entonces lo real no puede ser interesante.
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Inconclusiones: Desilusionante
Qué difícil me era creer en las coincidencias. Especialmente cuando eran demasiadas. ¿O es que no eran demasiadas?. ¿Era tan evidente que cuando llegaba al conocimiento de algo, ese algo se ubica en tal lugar en el cerebro que produce una mayor conección con los elementos observados?.
Ahí va de nuevo, lejos de mi, pero absolutamente visible. Y no mira, porque sabe. ¿Sabe?
Se le ve conversando con otro, formando ellos y yo una línea recta. Algo le dice, creo saberlo. El segundo me mira, y ya lo entiendo mejor: lo corroboro. Ya no le dirigiré la mirada cuando esté con este nuevo elemento conocedor de la escencia del secreto. Pero no era un secreto. Sin embargo, me parece muy desleal su actitud. Desencantadora, desilusionante.