domingo, 31 de diciembre de 2017

Magia

UNA vez leí que si la historia del Universo fuera un año, por regla de tres, la vida en la Tierra surgiría un 30 de septiembre, los dinosaurios un 25 de diciembre y la vida humana representaría sólo los últimos veinte segundos.

Las personas se han pasado años intentando justificar sus acciones y devenires con la posición de los planetas, el movimiento de los astros, el comportamiento del agua y del fuego o de operaciones aritméticas de los números, y esto luego de aburrirse de inventar santos, dioses, fuerzas y duendes, cuando en realidad lo más claro y sencillo es que a nadie le importa.

Los únicos que nos hemos dicho que los humanos somos el centro del mundo somos nosotros mismos y la humanidad ha llegado a creerlo demostrando niveles increíbles de egocentrismo, banalidad, vanidad, arrogancia, ignorancia y violencia.

Pero lo cierto es que nuestras vidas son, en la práctica, hegemónicamente culturales por lo que el poder de controlar, definir, predecir y, sobre todo, decidir nuestro futuro radica esencialmente en nosotros mismos. El sufrimiento y la alegría no llegan, se elijen. La traición y la lealtad no llegan, se elijen. La templanza y el caos no llegan, se elijen. El pesimismo y el optimismo no llegan, se elijen.

Esa es la magia de pensar. Me invito a abandonar la comodidad de los destinos y hacer brócoli la efectividad de un flipendo. Y lo hago con mucha pasión, con mucha razón y, en estos últimos minutos, con mucha humanidad.

Continuará...