Yo no era uno, ni dos, yo era tres. Tres personas en constante diálogo, pugna, debate y colaboración. Y si ahora me siento solo, no es más que porque aquellos dos ya se fueron. Rindiéronse, quizás; mintiéronme, tal vez; muriéronse, a lo mejor. Decepcionáronme, de hecho.
Cultura Sofista
miércoles, 20 de febrero de 2013
Suscribirse a:
Entradas (Atom)